sábado, 21 de mayo de 2011

Dedicatoria

Sobran las palabras,


Deudas son deudas, y ahora si Victor, mi hermano Pilu,
esta deuda esta pagada ,
todavía te sigo recordando,
y lo seguire haciendo, hasta el final.

Pero dime desde ahí,
a donde vamos todos,
despues de mañana.
¿Quien te recuerda regalandote eternidad?

Veo tu tren a lo lejos...
Te encontraré, rayo

sábado, 7 de mayo de 2011

“¿Is there anybody out there?”

Las noches en las que se me hace tarde buscando refugio,
antes me colaba en la estación, intentaba viajar entre pueblos con tren,
siempre encontraba un rincón olvidado, donde descansar,
aunque en ocasiones, me he pegado más de un susto,
sobre todo últimamente, que hay mucha gente que ronda la estación,
(cada vez es más difícil encontrar compañía agradable).

Antes era distinto, recuerdo una vez que encontré un vagón en una vieja vía,
muy antiguo, y muy elegante, lleno de muebles con estilo, tapizados,
cortinas y hasta un buen sofá, el lugar perfecto, para pasar una noche,
en primera clase y sin miedo al revisor, teniendo una pluma y un papel,
era la noche perfecta, ¡por fin!, después de tanto tiempo,
para escribir toda la noche, e incluso, dormir por la mañana.

Esa noche, mientras dejaba libre la tinta de mis venas, en una mesa,
con vistas a la estación, sobre papel tisú,
con una estilográfica de un estuche del que ya faltaban dos,
(elegí una Campo Marzio, por el numero de recambios, por sus puntas de mariposa),
llamaron a la puerta, casi se me para el corazón, el revisor, (pensé),
pero no, no podía ser el revisor,
( nunca llamaba a la puerta del vagón, y menos desde fuera),
¿quien podría ser?, quizá alguien que buscaba un refugio como yo.

Despacio sin hacer ruido, me acerque a la puerta, la abrí, nada, no había nadie,
yo estaba ensayando el discurso, lo he visto aquí, abandonado y he pensado,
voy a hacer compañía a este vagón una noche, para que recuerde su esplendor”,
a ver si así conseguía que no me echasen, que me dejasen dormir en el vagón,
esa noche, y no había nadie, ni siquiera alguien con quien conversar,
compartiendo la noche, nadie.

Habrá sido el viento, (volví a pensar), pero no, el viento no podía ser,
(aquí en la estación no hay viento, si no pasa ningún tren),
me disponía a retomar la pluma, cuando los golpes acompasados,
como una melodía, resonaron en la puerta de nuevo, la volví a abrir,
esta vez con decisión y otra vez no había nadie, nada.

Esa noche pase mucho miedo, me recorrí el vagón de cabo a rabo,
por dentro y por fuera, acabé preguntando, “¿Hay alguien ahí fuera?”,
pero seguí escribiendo toda la noche, dormí toda la mañana,
y me quede seis noches más, hasta que se dieron cuenta y no pude volver,
(me quede con la pluma, me la robaron o la perdí, no lo se,
ya no tenia aquellas puntas de mariposa).

Ahora ya no pregunto nunca “¿Hay alguien ahí fuera?”,
ya... nadie llama a la puerta, ni siquiera en un vagón abandonado,
de una estación, ( encontrar una pluma como aquella, es un sueño).

Aun así, sigo intentando buscar refugio en una estación, de vez en cuando,
esperando encontrar alguna vez, aquel vagón,
aunque me pase toda la noche preguntando...

“¿Hay alguien ahí fuera?”

¿Hay alguien ahí fuera, esta noche?

Veo en tren a lo lejos.
Te encontraré, rayo...

domingo, 1 de mayo de 2011

En el refugio del Río

Luces de neón, llueve en la carretera, podría buscar refugio ahí, cierran muy tarde,  luego  puedo dormir durante el día, pero es mejor seguir el camino, siempre acabo defendiendo a quien no debo, es superior a mis fuerzas, veo en ellas a las que conservo en mi corazón, y la sangre me inunda el cerebro, se me nubla la razón.

Les digo lo que no debo, que no les puedo pagar, y alguna me escucha, hasta que le dan el toque, entonces saco el billete que guardo en el calcetín, y me veo en plena actuación...“está hablando conmigo, y le voy a invitar a una copa...”

Una hora después vienen a echarme, con una copa no es suficiente, para estar toda la noche, me cabreo, necesito hablar más con ella, y empiezan las bofetadas, casi todas me las llevo yo, a alguno le calzo alguna, pero siempre acabo en la calle, magullado, gritando al cielo, ”nunca volveré este lugar.”, (no me resisto como antes, ni gasto todo como antes).

Ayer ya busque este refugio, pero elegí mal el día, no llovía, me costo un billete y todavía estoy magullado, si vuelve a llover mañana, lo volveré a intentar, creo que algo me queda en el calcetín, igual me escuchan hasta el alba, dentro de una luz de neón.

Hoy mejor, busco un refugio en el rió, como ayer, donde pueda mirar al cielo, y recordar una piel bronceada y húmeda, un zambullido, una corriente, una respiración, una noche, una orilla...una vida, vivida...

Hoy como ayer, me dejare llevar por el rió, preguntándome:

“¿Fue un sueño o una mentira?”

“¿Solo es mi maldición?


Me educarón para hacer lo mismo que hacía mi padre,
y aquí estoy, en el río, mirando al cielo... recordando mañana.
O algo peor...lo peor, merece la pena vivirlo.

La letra merece la pena.

Veo un tren a lo lejos...
Te encontraré, rayo.